A pesar de que se entiende la agricultura como un sistema que tiene su principio básico en la producción de alimentos, son muchas más las posibilidades que se derivan de los sistemas agrícolas. Los servicios ecosistémicos como la conservación del paisaje, conservación de saberes tradicionales, aumento de la biodiversidad y funciones recreativas como la del ecoturismo, son forman parte del gran abanico de posibilidades que ofrece esta actividad primaria.
Los sistemas integrados de producción alimenticia o no alimenticia (Integrated food and non – food systems – IFNS) se basan en esta filosofía: maximizar las diferentes posibilidades de la agricultura mediante la integración de componentes forestales, cultivos y ganado de diferentes maneras y a escalas de parcela y finca o explotación, con la intención de mejorar el rendimiento agronómico, medioambiental y económico de esos sistemas agrícolas.
El proyecto SustainFARM - Innovative and sustainable intensification of integrated food and non-food systems to develop climate-resilient agro-ecosystems in Europe and beyond surge a iniciativa de países de Europa del norte interesados en aumentar la diversidad de estos sistemas con la intención de que presente también ese tipo de servicios ecosistémicos adicionales de conservación del agua, aumento de la biodiversidad, flora y fauna.
La Universidad de Córdoba, a través del grupo de investigación AGR 119 Relaciones Suelo – Agua – Planta del departamento de Agronomía liderado por el catedrático Elías Fereres aporta la experiencia que la institución y la región sur de España tiene en cuanto a la diversificación de este tipo de sistemas integrados.
A través del análisis de casos de éxito españoles el grupo de Fereres evaluará cómo este tipo de simbiosis revierte en el medioambiente y en la situación socioeconómica de los agricultores. La asociación de cultivos herbáceos con arbóreos se ha realizado de manera tradicional en el sur de Europa, destacando como ejemplo la asociación entre cereal y olivar y en cuestión de reutilización de ‘residuos’ de esos sistemas también es larga la experiencia. Por ejemplo, los restos de poda del olivar se utilizan para combustibles, para alimento del ganado o para su incorporación al suelo en calidad de materia orgánica. De esta manera, se consiguen enfoques de economía circular a nivel de granja.
La integración del algarrobo en estos sistemas debido a su condición de leguminosa que hace que fije nitrógeno al suelo de manera natural evitando así el gasto en fertilización externa hace que aumente tanto la sostenibilidad medioambiental como los beneficios económicos de los agricultores, al ahorrarse el coste de ese insumo.
El aumento de la biodiversidad que se alcanza con este tipo de explotaciones revierte estabilizando la producción y favoreciendo el equilibrio que determina que no existan plagas que puedan acabar con el cultivo.
La documentación de casos de éxito de sistemas de este tipo como aquellos en los que se utiliza el ganado para realizar el control de las malas hierbas o se integra apicultura en los sistemas agrícolas tradicionales permitirá conocer las posibilidades de estas estrategias para después replicarlas en el resto de Europa.
Las guías que se deriven de esta investigación permitirán a los agricultores europeos la diversificación de sus explotaciones, permitiendo que, mediante la incorporación de esa diversidad, obtengan cosechas en paralelo, aprovechamiento de recursos y rentabilidad económica, revirtiendo en una mayor estabilidad del sector agrícola europeo.