El Grupo de Trabajo Multidisciplinar (GTM), que asesora al Ministerio de Ciencia e Innovación y apoya al Gobierno en materias científicas relacionadas con el Covid-19 y sus consecuencias futuras, presenta un nuevo informe en el que identifica y describe los distintos equipos autónomos para la limpieza del aire existentes y los sensores para el control de la transmisión de SARS-COV-2 por aerosoles. El GTM explica que para minimizar el riesgo de contagio, hay que reducir la cantidad de virus presente en el aire, o potencialmente presente.
El informe, en cuya elaboración ha participado el profesor de la UCO Manuel Ruiz de Adana, recuerda “la acumulación de evidencias científicas que avalan la vía de transmisión del SARS-CoV-2 por aerosoles”, por lo que el objetivo debe ser “reducir al máximo la cantidad de aerosoles exhalados por las personas que se encuentran en un espacio con el aire compartido y que otras personas puedan respirar”. En este sentido, el GTM detalla cómo se consigue reducir la exhalación de aerosoles: a) reemplazando el aire interior por aire exterior, mediante ventilación natural o mecánica; b) filtrando el aire, mediante equipos autónomos (los denominados limpiadores de aire) o mediante filtros en el sistema central de aire acondicionado.
El grupo de investigadores explica que la filtración “es el sistema más eficaz y sin efectos secundarios para la eliminación de virus presentes en el aire”. En este sentido, subraya que numerosos estudios “han demostrado que el muestreo por filtración, con cualquier tipo de filtro, no acumula virus con propiedades viables (infectivas), ya que el flujo de aire deseca los aerosoles retenidos y termina por eliminar su viabilidad. Por tanto, un filtro HEPA en un equipo limpiador retiene el virus y lo inactiva con muy alta probabilidad sin necesidad de germicidas”.
Respecto al uso de ultravioleta germicida, el GM resalta que es un “sistema eficaz, pero el diseño, la instalación y el mantenimiento de esta tecnología son complejos. Si se usan estos sistemas, se deben instalar en el techo, donde son más eficaces que en los conductos.
En cuanto a otras tecnologías que inactivan al virus, como la dispersión de desinfectantes en el aire (ozono, peróxido de hidrógeno, ácido hipocloroso o alcohol) no son recomendables, ya que producen las mismas reacciones químicas con el virus que con nuestro aparato respiratorio, por lo que estos sistemas “tienen efectos negativos comprobados o potenciales sobre la salud humana y deben evitarse por el principio de precaución”.
Recomendaciones sanitarias
El GTM recuerda que “ni la ventilación ni el uso de las tecnologías de limpieza de aire, suplen en ningún momento la necesidad de utilizar mascarillas y de respetar la distancia física y las normas de higiene en espacios públicos (como mantener distancias entre comensales en un restaurante). En todo caso, el orden de prioridad en la actuación sobre el medio aéreo (aparte del control en la persona) sería, en primer lugar, la ventilación (natural o mecánica), en segundo lugar, la filtración de aire (mediante equipos de climatización) y, en tercer lugar, el empleo de equipos autónomos de tecnologías de limpieza de aire (especialmente los basados en filtración de aire).
Sensores
El GTM recomienda “el uso de sensores de gases de bajo coste (entre 100 y 200 euros) que permiten conocer la cantidad de aire exhalado por personas en un espacio interior, que está directamente relacionada con la potencial presencia de virus en el aire. Se trata de los sensores de CO2 con tecnología de infrarrojo no dispersivo (NDIR, Non-dispersive infrared). Estos sensores funcionan correcta y rápidamente (1 minuto) y constituyen la mejor aproximación de la que se dispone ahora mismo”, por lo que su uso “en ambientes interiores de pública concurrencia, como restaurantes, bares, comercios, centros comerciales, gimnasios, aulas, etc. es muy recomendable para garantizar la calidad del aire tanto para empleados como para clientes”.
A este respecto, el informe puntualiza que es muy importante “tener en cuenta que estos sensores son muy útiles para controlar y asegurar proporciones de ventilación adecuadas, pero no para controlar la eficacia de filtración en espacios donde no debe aplicarse la ventilación o no hay posibilidad de aplicarla, ya que el aire filtrado se recircula y acumula CO2 exhalado”.
Sobre la opción de biosensores capaces de detectar selectivamente la presencia del virus SARS-CoV-2 en el aire en tiempo real, el GTM explica que aunque se está haciendo un gran esfuerzo investigador y de financiación al desarrollo de estas tecnologías desde hace tiempo (por ejemplo, por razones de bioterrorismo), aunque “su coste actual es muy alto y no hay evaluaciones independientes revisadas por pares de su funcionamiento en condiciones reales, más allá de las aportadas por la propia empresa que los comercializa”. Además, prosigue, conseguir que este tipo de biosensores “funcionen en el mundo real con bajos límites de detección es un gran reto debido a su elevada complejidad técnica. Esto se debe a que las técnicas utilizadas hasta ahora para la detección no son específicas para cada virus, sino para detectar bio-componentes determinados que pueden estar presentes, no solo en los virus, sino también en bacterias, hongos y polen, los cuales además están en concentraciones muy superiores a los virus”.
El informe hace una profusa descripción de las tecnologías de limpieza de aire y de los sensores (de detección de virus en el aire, de aerosoles o de CO2) y analiza las acciones de regulación de mercado y seguridad de uso por usuarios de equipos de limpieza de aire.