Las manifestaciones místicas de nuestro tiempo aparecen tanto en la literatura, en el cine o en la música. Rigoberta Bandini, el proyecto musical de la artista multidisciplinar Paula Ribó (Barcelona, 1990), irrumpe en 2020 y es catalogado por la crítica como “electrónica espiritual” o synth-pop costumbrista. Además de estas etiquetas, sus canciones tienen elementos poéticos y líricos así como un contenido que se dirige hacia la reflexión e incluso la espiritualidad mística.
El concepto que generalmente entendemos como mística cada vez es más amplio y dista mucho de su significado original, relacionado con la caridad, la misericordia, la búsqueda del amor de Dios y el conocimiento de las verdades de la fe, ligado a la misma mística así como las experiencias místicas dentro de contextos religiosos. Sin embargo, todo lenguaje místico expresa una relación especial entre el humano y Dios. El concepto de Dios lo tomará el místico de su credo religioso particular (o de la filosofía que profese).
Hacia el pop místico
En la mayoría de las canciones de Bandini pueden apreciarse las características comunes de textos místicos de diferentes religiones y movimientos, como el sentimiento de realidad de lo divino, la pasividad, la inefabilidad, la preparación ascética o la paradoja, elemento por excelencia de las composiciones místicas.
En las letras de sus canciones aparecen recursos retóricos y palabras que no tienen cabida en el imaginario místico tradicional: préstamos, extranjerismos, eufemismos hacia referentes culturales contemporáneos, palabras y expresiones en boga o de la jerga juvenil, y elementos de la cultura pop como un Magnum almendrado, Mónica Naranjo o Virginie Despentes.
Pero también aparecen indicadores textuales de manifestaciones de experiencias místicas, normalmente relacionados con el éxtasis (“Directamente desde Colombia todo tu espíritu moviéndose al ritmo de la cumbia”), la pneumatología, la suspensión del sentido del lenguaje (“Brrrapapa”), simbología del fuego (“Porque este trono se incendió y yo aspiro llamas”), sentimiento oceánico, conciencia cósmica (“sideral”, “semiastral”).
La conocida canción In Spain we call it soledad está escrita en su mayoría en inglés excepto cuando se nombran los sentimientos (en español), en lugar de la vaga definición que se nos ofrece a través de descripciones, metáforas y símiles, acercándose al sentimiento de la inefabilidad (“And now I’m on a plane to New York/ And I don’t know how do they name those feelings”; en su traducción: “Y ahora estoy en un avión hacia Nueva York / Y no sé cómo llaman a esos sentimientos”).
Algunas de las canciones recogen las ideas de la espiritualidad de la autora, incluso imitan la estructura y la progresión de una oración, por ejemplo Que Cristo baje, donde nos introduce en su universo habitado por conceptos resignificados y elementos de la cultura pop (“Quiero que Cristo baje a enseñarme a rezar/ Pillarnos juntos un billete a las Bahamas”).
Too many drugs, probablemente el tema más conocido de la cantante catalana, describe un viaje en búsqueda de espíritu. Versos que se comunican con imágenes del imaginario religioso (“Ven con tu espíritu”) y místico, por ejemplo, las moradas o castillo interior del alma de Santa Teresa (“Que dentro yo tengo un palacio real/ Lleno de cuartos donde patinar”).
Las experiencias místicas son popularmente conocidas por sus efectos, ya sean principales (éxtasis, unión) o secundarios, como la suspensión sensorial, la clarividencia o el automatismo verbal. Son efectos que también se vinculan con la música electrónica, ligada estrechamente a la cultura de las drogas. Es más, los efectos en los oyentes tanto de esta música como de la droga son similares, razón que justifica en cierto modo la explicación lógica del uso en estas composiciones del lenguaje religioso.
Mística en la era de la información
El uso de plataformas digitales para la distribución y consumo de música ha sido crucial para Rigoberta Bandini. Ribó afirma que compuso estas canciones durante el confinamiento y la pandemia actual de covid-19, lo que ha limitado la presentación y ha cambiado la forma de consumo de sus canciones. Las imágenes místicas de nuestra época hiperconectada ofrecen desde fotografías, collages y vídeos hasta emoticonos, como vemos en el videoclip de Too many drugs, que Paula Ribó monta con la grabación de la pantalla de su iPhone, mientras escribe la letra en la app de Notas y finalmente abre su galería de imágenes enseñándonos vídeos donde aparece en su casa en bata.
Probablemente el objetivo de las composiciones de Bandini no comparte el fin último de la mística de la unión con Dios o el Uno, ya que en ningún momento la autora trata de aleccionar o dar consejos y, sobre todo, no existe una conversación tal con Dios como lo hicieran los místicos. No obstante, en sus canciones sí que aparecen elementos característicos de textos vinculados a diferentes doctrinas místicas; su obra recibe una clara herencia estética de la mística.
La expresión de la cotidianeidad y la atención a las cosas mundanas comunican la música de Rigoberta Bandini con obras como la de la mística castellana Santa Teresa de Ávila. Sus canciones se dirigen hacia el deseo y la empatía, la ansiedad y las dudas existenciales. La situación actual ha limitado la presentación de proyectos que carecen de sentido si no se comparten, pero hemos encontrado la manera de comunicar estos sentimientos a través de los recursos al alcance de nuestra mano. La distancia, en lugar de alejar al artista del público, lo ha acercado a través del uso de experiencias personales y elementos cotidianos.
*Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation España el día 05/10/2021 por la doctoranda en el en Programa de Doctorado en Lenguas y Culturas de la Universidad de Córdoba, Universidad de Córdoba.
https://theconversation.com/rigoberta-bandini-nuevas-formas-de-mistica-169031