Los estudios científicos apoyan la importancia de esta competencia en distintos ámbitos de la conducta humana, pero particularmente en el proceso socializador. La empatía juega un importante papel en la adolescencia, cuando los cambios neuropsicológicos contribuyen al progresivo despliegue de la personalidad social y su ajuste a los grupos y a la nueva dimensión de la vida íntima.
Coherencia emocional–cognitiva
La empatía ha pasado a identificarse popularmente, más que por su componente cognitivo, por su componente emocional, hasta el punto de que se identifican dos facetas diferenciadas de una misma competencia.
Existe una tercera faceta en la empatía, que hemos descubierto en un estudio reciente. Con el objetivo de validar con población juvenil española una popular escala de empatía, hemos encontrado un tercer factor, más allá del cognitivo y el emocional, al que denominamos desconexión emocional.
Basado en las aportaciones de la neurociencia, este factor revela una dinámica casi siempre coherente entre el proceso cognitivo y el afectivo en las relaciones interpersonales que exigen controlar los sentimientos o dejarse llevar por ellos. Sin embargo, en algunos momentos esta coherencia es transgredida.
Desconexión emocional y acoso escolar
Este “enganche” entre la faceta cognitiva y la emocional de la empatía, que llamamos desconexión emocional, terminará impactando en el ajuste normativo y social de cada persona, en su sensibilidad, en su criterio moral individual y en marco del contexto social interactivo y comunicativo dentro del grupo. De todo ello se desprende que el interés social por la empatía se haya extendido al mundo de la educación y particularmente a la comprensión de los fenómenos de acoso entre iguales en los centros educativos, que tanto perturban la convivencia escolar.
Aunque menos popular, también se abre camino en el mundo educativo el concepto de desconexión moral. Ayuda a comprender las formas en las que un individuo es capaz de actuar con una moral contradictoria entre lo que piensa y lo que hace.
Auto justificación y conducta agresiva
La auto–argumentación justificativa de la transgresión moral es la evidencia de que se ha producido una desconexión moral. Sin embargo, igual que el concepto de empatía, el concepto de desconexión moral se está usando de manera abusiva y en muchas ocasiones se interpreta mal, como única explicación de la conducta agresiva del acoso escolar.
Pero sean utilizados de forma precisa o vaga, el papel que juegan la empatía y la desconexión moral en una red de iguales está siendo objeto de investigación cuyos resultados mejoran el conocimiento que tenemos sobre la violencia escolar y juvenil, y su prevención.
Niveles de empatía en el agresor de bullying
Existe un amplio respaldo científico sobre cómo bajos niveles de empatía se relacionan con una mayor tendencia a adoptar un perfil agresor en los casos de acoso escolar.
Un estudio basado en entrevistas y viñetas descriptivas de la agresión y la victimización de niños de primaria nos reveló que los escolares que habían tenido experiencias como agresores identificaban más emociones de indiferencia sentimental ante el dolor de la víctima en comparación con los que no habían agredido previamente.
El fenómeno del acoso escolar implica una relación de dominio–sumisión social. En un estudio reciente, nos planteamos si en ese marco, la conducta de agredir injustificadamente a un compañero estaría reforzando la falta o debilidad de su registro empático. Añadimos el componente moral e investigamos específicamente la naturaleza de las estrategias y mecanismos de dicha desconexión, que es cognitiva y afectiva.
Los resultados revelaron que algunos de estos mecanismos de desconexión moral impactan, directa o indirectamente, en los niveles de empatía que presentaban los agresores, tanto a corto como a medio plazo.
Nuevos retos investigadores
En definitiva, los estudios vienen señalando cómo los comportamientos de acoso escolar pueden influir en la empatía de los menores, incluso llevar a los implicados a desconectarse emocional y cognitivamente.
Se trata de un efecto especialmente peligroso en los años infantiles y juveniles, en los que se está produciendo la construcción de la personalidad social en todos sus dominios. Particularmente importante a este respecto es el proceso de construcción y estabilización de la sensibilidad y el criterio moral.
Un criterio sólido sobre lo que está bien y lo que está mal, lo que es justo e injusto y lo que no debe permitirse, es la garantía de que se desarrolla la conciencia cívica. Una conciencia indispensable para ser ciudadanos con pleno dominio de lo que es la justicia social y lo que debe ser la solidaridad entre las personas.
Por lo tanto, el estudio conjunto de la empatía y la moralidad puede aportar importantes avances sobre la comprensión de los comportamientos agresivos, en la medida en que lo que se pone en juego son las competencias cognitivas y emocionales que han de activarse ante un fenómeno de crueldad social como es el acoso y ciberacoso.
(*) Miembros del Laboratorio de Estudios sobre Convivencia y Prevención de la Violencia. Universidad de Córdoba (www.laecovi.com)