El orden de las firmas en los artículos científicos, la necesidad de que haya solo una persona como IP (investigador responsable), las horas a las que se ponen las reuniones de los equipos de trabajo, realizar o partir de una investigación que solo ha tenido en cuenta al hombre como modelo universal y cuyos resultados se consideran replicables en las mujeres, que las agencias evaluadoras no tengan en cuenta la perspectiva de género, que esta visión se considere de menor rigor científico o difundir la investigación con un lenguaje excluyente. Son algunos ejemplos de cómo la investigación académica en muchas ocasiones ha establecido un sistema desigual con respecto al género y que se pusieron de manifiesto en la última sesión del ciclo “Ciencia Comprometida. Ciencia Responsable”, que se celebró el pasado viernes en el Rectorado de la UCO. El ciclo, que analiza el compromiso social de la investigación universitaria, partió de una pregunta inicial, ¿qué aporta la perspectiva de género a la ciencia?, y de un compromiso final: la necesidad de un cambio profundo que cuestione los paradigmas que hoy en día marcan la investigación.
El ciclo contó con la presencia de Celia Prados, directora de la Cátedra de Estudios de las Mujeres Leonor de Guzmán, Carmen Hernández, experta en comunicación, y Capitolina Díaz, catedrática del Departamento de Sociología y Antropología Social de la Universidad de Valencia, quienes reflexionaron, en un debate moderado por la coordinadora de la Unidad de Cultura Científica de la UCO, Elena Lázaro, sobre lo importante que es la inclusión de la perspectiva de género en la investigación científica.
Para Díaz, la perspectiva de género se tiene que adoptar no solo en los resultados de la investigación, sino también en todo el proceso (hipótesis, objetivos, metodología y difusión), en las personas que investigan o en aquellas encargadas de evaluar la ciencia, añadiendo que, aunque hay leyes que obligan a adoptar la perspectiva de género en la investigación, en realidad no hay sistemas de rendición de cuentas que permitan evaluar y garantizar su efectividad.
Hernández Ojeda puso como ejemplo de disfunción de la ciencia a la medicina la cual “ha pivotado sobre un cuerpo admitiendo que es universal”. De esta forma se deja fuera toda la complejidad social. Para ella, la perspectiva de género en la ciencia debe ser interseccional y transformadora. “Al igual que quien estudia células cancerosas busca acabar con el cáncer, la investigación con perspectiva de género también quiere acabar con la desigualdad. Así, lo que se busca es transformar la realidad”, sostuvo.
Prados aportó el punto más institucional señalando los diferentes pasos que la Universidad de Córdoba está dando para avanzar en la igualdad: desde el asesoramiento al alumnado y al personal investigador para que adopten la perspectiva de género en sus estudios hasta acciones para promoverla y difundirla como el congreso Ciencia Violeta o el evento Las que Cuentan la Ciencia.
El encuentro, organizado por los vicerrectorados de Política Científica, de Igualdad, Inclusión y Compromiso Social y de Innovación y Transferencia, a través de la Unidad de Cultura Científica de la UCO, fue inaugurado por la vicerrectora de Igualdad, Inclusión y Compromiso Social, Sara Pinzi, quien ha destacado la importancia del trabajo en red y colaborativo y cómo las leyes ya obligan a incluir la perspectiva de género en la actividad investigadora.
El programa del ciclo 'Ciencia comprometida, Ciencia Responsable' contempla otro encuentro sobre la transferencia del conocimiento el próximo 17 de marzo, en el que participarán Ana Elorza, coordinadora de la Oficina C de asesoramiento Científico al Congreso de los Diputados, Juan Ignacio Pérez Iglesias, director de la Cátedra de Cultura Científica del País Vasco, y Alejandro Rodríguez, director de la OTRI de la UCO.