Cuando en una excavación arqueológica aparecieron unas estatuillas y una pistola protónica las preguntas asaltaron a los científicos protagonistas de la novela Los dioses de la pistola prehistórica de Domingo Santos. Aprovechando la existencia de una máquina del tiempo viajaron al pasado para descubrir el origen de dichos objetos. Allí se encontraron con una sociedad que, aunque pertenecía históricamente al Paleolítico, había conseguido desarrollar la agricultura, crear fortificaciones..., algo propio de otro de los siguientes periodos de la prehistoria, el Neolítico. Gracias al viaje pudieron dar respuestas a sus preguntas. Sin embargo, siempre mantuvieron una mirada de superioridad con respecto a esa sociedad. A “Una”, la única mujer protagonista, por ejemplo, siempre la denominaron como salvaje. Por ello, en el ámbito de la arqueología “hay que saber mirar”, como se puso de manifiesto ayer en la tercera sesión del ciclo Cienciaficcionados, actividad de divulgación científica organizada por la Unidad de Cultura Científica y de la Innovación de la Universidad de Córdoba en la que la investigadora Ana Ruiz Osuna, del Departamento de Historia del Arte, Arqueología y Música, junto con la periodista Marta Jiménez, comentaron la novela de uno de los escritores más destacados de ciencia ficción en España.
Como Ana Ruiz explicó, “la arqueología es una de las pocas ciencias que nos ayuda a ver el pasado y que permite rastrear en nuestros orígenes como sociedad. Aunque, es cierto, al final miramos por un agujero muy pequeñito un mundo enorme”. No en vano la prehistoria ocupa en torno al 99% de la historia del planeta. Sin embargo, afirmó, “es necesario saber mirar” para no caer en errores como los que ocurren en la novela: el presentismo, el eurocentrismo, el etnocentrismo o llevar tópicos actuales al pasado como los roles de género.
En este sentido, diversos estudios apoyados por la existencia de entorno a 600 Venus paleolíticas sostienen que el papel de la mujer en el pasado no fue el que se suele pensar ni el que se escenifica en la novela. “Es verdad que son hipótesis difíciles de demostrar, lo mismo que lo contrario, pero por lo menos sí podemos saber que esas representaciones femeninas tan presentes en la prehistoria debían significar algo”, afirmó Ruiz Osuna.
Así, la arqueología de género, en la que destaca el proyecto Past Women, parte de un punto de vista feminista para poner en valor la importancia de la mujer en las sociedades prehistóricas y ofrecer una visión diferente a la hora de ver el pasado el cual siempre se ha visto masculinizado. Se trata, según Ruiz Osuna “de ver la historia desde otra perspectiva que nunca había sido vista”.
La investigadora también explicó que es la formación, el rigor y la humildad los ingredientes que ayudan a quienes se dedican a la arqueología a no caer en el presentismo ni mirar las sociedades antiguas con superioridad. “No hay que olvidar que en la arqueología se trabaja con restos materiales y humanos, pero no con todo el repertorio, sino con una selección, a veces incluso descontextualizados. Son esos ingredientes, junto con una metodología adecuada, lo que permite dar una explicación a esos restos. Pero siempre serán hipótesis que pueden ser refutadas, superadas o comprobadas. Esos es lo bonito de la arqueología, que no es una ciencia exacta, es un debate siempre abierto”, concluyó.
El debate posterior con el público asistente se centró sobre el papel de la religión, la existencia y el peligro de las pseudociencias, la imagen tergiversada que ofrece el cine sobre quienes se dedican a la arqueología o la importancia de esta disciplina científica en la ciudad de Córdoba.
La actividad, incluida dentro del IX Plan Anual de Divulgación Científica de la Universidad de Córdoba, continuará con una última edición el próximo 19 de abril donde se comentará la obra Neuromante de William Gibson.