Aunque en los últimos años ha disminuido el número de incendios forestales, factores como el cambio climático y los cambios en el uso del suelo (como el abandono de tierras en zonas rurales por la migración a las ciudades) han provocado el aumento de la frecuencia de los grandes incendios forestales, que son los que más llaman la atención y afectan al medio ambiente. Debido a ello, así como a su carácter imprevisible y, sobre todo, a las consecuencias que pueda ocasionar en el entorno, existen opiniones contrarias al empleo del fuego para gestionar los bosques. Sin embargo, el fuego, de forma controlada y aplicado dentro de un plan preestablecido, es una herramienta eficaz de gestión forestal preventiva y las propiedades del suelo, aquellas encargadas de informar sobre la funcionalidad del mismo, se alteran de forma limitada o incluso mejoran, al menos en un corto plazo. Así lo han probado la Unidad de Edafología de la Unidad de Excelencia María de Maeztu – Departamento de Agronomía de la Universidad de Córdoba (DAUCO) y el Laboratorio de Incendios Forestales de la UCO en un artículo publicado en la revista Science of the Total Environment.
Con el apoyo del Servicio de Extinción de Incendios Forestales de Andalucía (INFOCA), el equipo investigador realizó una quema controlada y de alta intensidad, esto es, demarcada perimetralmente y con una longitud de llama que alcanzó más de dos metros (llegando en alguna ocasión a los 10 metros), en una zona de Los Boquerones (Villaviciosa de Córdoba), caracterizada por matorral mediterráneo y con la jara pringosa como especie principal. Después de recoger muestras del suelo antes del fuego, dos horas después del mismo y tras ocho meses, los análisis comprobaron que justo después de la quema había un aumento en propiedades como el pH (más de dos unidades), la disponibilidad de nutrientes para las plantas (fósforo, nitrógeno y micronutrientes como zinc o hierro), la fertilidad, las propiedades biológicas o la conductividad eléctrica del suelo. Después de ocho meses y de que las condiciones ambientales del día a día influyeran en el suelo, las alteraciones en las propiedades físicas-químicas y biológicas evaluadas fueron recuperando los valores pre-quema. De esta forma, “la quema controlada no tiene un efecto negativo en el suelo en el corto plazo, por lo que se puede emplear este tipo de herramienta sin generar graves efectos”, como sostiene la investigadora Elisa Vega Martínez, en cuyo Trabajo Fin de Máster se basa el estudio.
Esto es clave porque los suelos forestales “son la base, sustento e inicio de la vida”, en palabras del investigador de la UCO Antonio Rafael Sánchez-Rodríguez, y, debido a su reducida profundidad, el fuego tiene un efecto directo en el mismo por las altas temperaturas, la quema de material orgánico, la acumulación de ceniza o la erosión. Así, frente a un incendio descontrolado, existe otro tipo de fuego amigo de carácter controlado y con un objetivo determinado (como puede ser la reducción de combustible, la generación de pastizales o asegurar la biodiversidad) y que, como ha comprobado el equipo investigador, no afecta (de forma significativa, negativamente) a la salud del suelo.
Referencia:
Elisa Vega-Martínez, Juan Ramón Molina, Vidal Barrón, Francisco Rodríguez y Silva, María del Carmen del Campillo, Antonio Rafael Sánchez-Rodríguez, “Spatio-temporal assessment of soil properties immediately and eight months after a high intensity-controlled burn in the south of Spain”, Science of the Total Environment, Volume 898, 2023, 165368, https://doi.org/10.1016/j.scitotenv.2023.165368.