Dr. Antonio Jordán López
Profesor Titular del Área de Edafología y Química Agrícola de la Universidad Miguel Hernández de Elche.
Licenciado y Doctor en Biología por la Universidad de Sevilla, desarrolla su actividad en el Departamento de Cristalografía, Mineralogía y Química Agrícola de la Universidad de Sevilla y es coordinador del Grupo de Investigación MED_Soil desde 2008. Su investigación incluye la cartografía de suelos, el estudio de los procesos de erosión hídrica del suelo, los efectos de los incendios forestales en los suelos y los procesos de degradación en suelos mediterráneos. Como resultado de su investigación, ha participado en la publicación de más de doscientos trabajos en revistas especializadas y congresos nacionales e internacionales. En la actualidad es miembro del comité editorial de varias revistas, como Soil, Solid Earth, Land Degradation and Development, Heliyon, Flamma y Open Journal of Soil Science. Ha sido coordinador de la Red Española sobre los efectos de los incendios forestales en suelos, FUEGORED (2012-2014) y, actualmente, trabaja como Vicepresidente de la División de Ciencias del Suelo de la Unión Europea de Geociencias.
10 de Noviembre de 2015 | 12:30h | Sala de Grados "Manuel Medina"
La hidrofobicidad es una propiedad de los suelos que retrasa la infiltración del agua durante periodos de tiempo que pueden oscilar entre algunos segundos y horas, días o meses. Si bien las partículas minerales pueden considerarse hidrofílicas, la hidrofobicidad aparece como consecuencia de la presencia de determinadas sustancias orgánicas (especialmente lípidos y ceras) aportadas por la vegetación y los microorganismos del suelo. Además, el grado de hidrofobicidad del suelo puede variar en función de la humedad edáfica y ambiental, la temperatura, la textura, la mineralogía o la acción del fuego. Entre los impactos más importantes de la hidrofobicidad del suelo se encuentran el incremento de las tasas de escorrentía, el incremento del riesgo de erosión o la aparición de frentes irregulares de mojado y vías de flujo preferencial. Estos impactos, a su vez, tienen consecuencias importantes en el funcionamiento del suelo o, en el caso de suelos cultivados, el rendimiento y el riesgo de contaminación. Aunque la hidrofobicidad del suelo es un fenómeno percibido desde principios del siglo XX, su estudio ha cobrado relevancia durante las últimas dos décadas, a partir de los estudios de Leonard DeBano (EEUU) y Stefan Doerr (Reino Unido).