Según destaca la autora principal del estudio e investigadora del Departamento de Química Física y Termodinámica Aplicada de la UCO, Sara Pinzi, el etanol “tiene bastante proyección de cara al futuro” debido a que se puede obtener a partir de fuentes renovables, pero, a pesar de las ventajas que confiere cuando es mezclado con el gasóleo, presenta ciertos inconvenientes. En primer lugar, su capacidad para mezclarse con el gasóleo -miscibilidad- apenas supera el 10%, debido a que ambas sustancias tienen diferentes tipos de polaridades. Por otro lado, el etanol posee un bajo poder calorífico, y, además, tiene baja viscosidad, lo que hace que se reduzcan sus propiedades lubricantes sobre el motor.
El aceite de ricino, tal y como ha desvelado la investigación, presenta unas características totalmente opuestas al etanol y hace que la mezcla entre esta sustancia y el gasóleo pueda elevarse a mayores porcentajes. Tal y como destaca Pinzi, “las características del aceite de ricino aumentan la capacidad del etanol y el gasóleo para mezclarse y, además, compensan las desventajas que esta sustancia pueda tener”. El aceite de ricino es extremadamente viscoso hasta el punto de que puede usarse como lubricante, y tiene un poder calorífico alto, lo cual disminuye el alto consumo que requiere el etanol para poder dotar de energía al motor.
Partiendo de esto, el estudio ha realizado un análisis estadístico en el que se han mezclado los tres componentes – gasóleo, ricino y etanol- a distintas proporciones y se han analizado las distintas propiedades físico-químicas de la mezcla. Tal y como arrojan los resultados de investigación, hay una hay una proporción idónea en la que el etanol está presente en un 41%, el diésel en un 29% y el ricino en un 30%. Con estas medidas, la mezcla se comporta de forma estable, se optimizan simultáneamente todas las propiedades y se cumplen todas las normativas vigentes.
De este modo, tal y como destaca la autora principal de la investigación, el aceite ricino podría convertirse en un gran candidato para mejorar el combustible que utilizan los motores diésel tanto desde un punto de vista de calidad como medioambiental, al incorporar sustancias renovables. Además, se trata de un producto no alimenticio, que crece en suelos marginales y que se puede producir y utilizar a bajo coste.