Esta vez no hubo bares de por medio. Las circunstancias obligaron a sustituir el restaurante el Astronauta, escenario habitual en el que desarrollan las tertulias científico-literarias de Cienciaficcionados desde el año 2013, por las redes sociales. Las personas asiduas a la actividad no pudieron compartir un café en compañía, ni disfrutar en presencia de un debate magistralmente guiado por la periodista Marta Jiménez, pero la cuarentena y el confinamiento no fueron un impedimento para que pudieran aportar sus inquietudes, teclado y pantalla mediante, a través de Twitter y correo electrónico.
La tercera sesión de Cienciaficcionados, virtualizada por primera vez desde que comenzó hace siete años, giró en torno a ‘El libro del Día del Juicio final’, una obra de la autora Connie Willis, ganadora de los premios Nebula, Hugo y Locus, y que, por eventualidades de la vida, guarda un enorme paralelismo con las circunstancias que está atravesando actualmente buena parte del planeta.
En el transcurso de la novela, una estudiante de historia decide viajar en al pasado para conocer la Edad Media asolada por la peste negra. Mientras, en el año 2054, un virus desconocido comienza a diezmar a la población y pone en jaque a una ciudad como Oxford en la que comienza a reinar la confusión y el desconcierto.
La obra suscitó un intenso debate sobre varios asuntos de máxima actualidad: ¿Saldrá la sociedad reforzada después de una crisis como la actual? ¿Cómo evitar la propagación de bulos y el daño que provocan? ¿Qué papel debe ocupar la Ciencia en los planes de financiación de las administraciones públicas? ¿Por qué el ser humano tiende a intentar buscar culpables antes de aportar soluciones?
En esta línea, Jesús Díez destacó que “junto a esta búsqueda mezquina de culpables, aflora lo mejor de la raza humana y tanto en una época como en otra hay gente de que se juega la vida por ayudar a los demás”. Rafael Flores subrayó que “debemos reflexionar sobe qué se puede hacer para combatir los bulos y si es mejor inhibirnos o entrar a un enfrentamiento directo, aunque vengan de personas queridas”. Por su parte Carmen Michán añadió que “en cierta manera, quizás la comunidad científica no ha sabido transmitir lo que hace”. José Manuel García espera que la “sociedad salga reforzada” y aprenda algunas lecciones “como que no se puede recortar en sanidad y que hay que apoyar la ciencia básica”.
Cuestiones, todas ellas, de gran trascendencia y que dieron lugar a opiniones de distinta índole. La totalidad, eso sí, coincidió en un aspecto fundamental: la cultura científica es imprescindible para sobreponerse a este tipo de situaciones y supone un auténtico cortafuegos en la transmisión de bulos y en la generación de comportamientos irresponsables.
Ojalá sea posible regresar pronto a ‘El Astronauta’ para debatir sobre todo lo que se quedó en el tintero y disfrutar en compañía de algo que durante las últimas semanas ha adquirido más valor que nunca: el contacto humano.
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