El olivar de montaña no atraviesa sus mejores momentos. Su difícil mecanización le hace perder puestos en la carrera por la rentabilidad y los nuevos marcos superintensivos con recolección mecanizada que abaratan costes implican una disminución de la competitividad del olivar tradicional. Sin embargo, los servicios ecosistémicos tales como su alto potencial para la fijación de carbono en suelo (y, por tanto, mitigación del cambio climático), la conservación de la biodiversidad o la fijación de población en zonas rurales lo pueden salvar.
Esta es la temática en torno a la que han girado las jornadas ‘Olivar de montaña: innovación y desarrollo sostenible’ celebradas en Puente de Génave (Jaén) entre los días 14 y 15 de octubre y promovidas por la Asociación Rural Mediterránea en colaboración con la Diputación de Jaén y la Caja Rural de Jaén.
En la línea de atajar los problemas que presenta el olivar tradicional, los investigadores de la Universidad de Córdoba Beatriz Lozano y Manuel González han presentado sus avances en el proyecto europeo Diverfarming, financiado por la Comisión Europea que busca convertir la agricultura europea en un sector más sostenible mediante la inclusión de prácticas como la diversificación de cultivos. Lozano y González estudian la diversificación de cultivos en un olivar tradicional en Jaén con una grave problemática de calidad del suelo debido a la pendiente y las labores intensas durante años.
En las amplias calles que resultan de unos marcos de 12x12 metros se han introducido 3 tipos de diversificaciones: azafrán, lavandín y una mezcla de veza y avena. Además, apuestan por el no laboreo y la reducción del fertilizado. Los cultivos implantados deben cumplir varios criterios: que sean adecuados para la combinación con el cultivo principal y que, posteriormente, tengan salida en el mercado.
En los tres primeros años de ensayos, la calidad del suelo ha aumentado notablemente. Las cubiertas vegetales que cubren las calles del olivar han ayudado a disminuir la escorrentía frenando el impacto del agua sobre la tierra. El aumento del carbono orgánico y la materia orgánica en suelo también ha sido ascendido llegando a doblar los valores en algunas parcelas. En cuanto a cosechas, en lo ensayado hasta ahora, se han conseguido hasta 3.000kg/ha de avena mientras que la cosecha de lavandín no ha sido exitosa por falta de agua.
La problemática encontrada recae en la reducción de producción del cultivo principal en los primeros años (también motivada por la sequía con la que ha coincidido el ensayo), sin embargo, este año la producción comienza a estabilizarse. De esta manera, los investigadores buscarán cultivos y prácticas que sean medioambientalmente sostenibles, aumentando la calidad del suelo y mitigando el cambio climático, pero que también sean rentables para la comunidad agrícola.
Diverfarming es un proyecto financiado por el Programa Horizonte 2020 de la Comisión Europea, dentro del reto de “Seguridad alimentaria, agricultura y silvicultura sostenibles, investigación marina, marítima y de aguas interiores y bioeconomía” en el que participan las Universidades Politécnica de Cartagena y Córdoba (España), Tuscia (Italia), Exeter y Portsmouth (Reino Unido), Wageningen (Países Bajos), Trier (Alemania), Pècs (Hungría) y ETH Zúrich (Suiza), los centros de investigación Consiglio per la ricerca in agricoltura e l'analisi dell'economia agraria (Italia), el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (España) y el Instituto de Recursos Naturales LUKE (Finlandia), la organización agraria ASAJA y las empresas Casalasco y Barilla (Italia), Arento, LogísticaDFM e Industrias David (España), Nieuw Bromo Van Tilburg y Ekoboerdeij de Lingehof (Países Bajos), Weingut Dr. Frey (Alemania), Nedel-Market KFT y Gere (Hungría) y Paavolan Kotijuustola y Polven Juustola (Finlandia).