En los últimos diez años se han presentado al Europarlamento dos iniciativas ciudadanas, en 2013 y en 2021, que, con más de un millón de firmas cada una, se ganaron el derecho a proponer acabar con la experimentación animal en la Unión Europea.
La Comisión Europea respondió en 2015 y 2023, respectivamente, a las dos propuestas de forma similar: rechazando las peticiones de terminar con la experimentación animal al considerarlas prematuras, por ser todavía indispensable para garantizar el avance biomédico en salud humana y animal.
No obstante, en ambas ocasiones se acordó igualmente potenciar el desarrollo de métodos alternativos, que poco a poco van siendo validados científicamente y permiten sustituir progresivamente los animales de laboratorio usados en investigación por otros métodos sin animales.
Ante esta situación, la comunidad científica se ha organizado lanzando acuerdos por la transparencia en experimentación animal, con los que se pretende proporcionar a la sociedad en general información rigurosa, detallada y actualizada de cómo, dónde y por qué se usan los animales en investigación.
La primera de estas iniciativas surgió en el Reino Unido en 2014. Dos años después, se lanzó en España un acuerdo similar, con la implicación de la Confederación de Sociedades Científicas de España (COSCE), que constituyó una comisión de estudio del uso de animales en investigación científica, y la colaboración de la Asociación Europea para la Investigación Animal (EARA). Hoy en día, este acuerdo agrupa ya a 166 entidades, que representan a la mayoría de las universidades, centros de investigación y sociedades científicas, entre otros colectivos.
Solamente cuando no existan métodos alternativos
La experimentación con animales con fines de investigación o educativos es una de las actividades científicas más estrictamente reguladas y supervisadas. Solo se permite en centros registrados, por parte de personas con formación específica en experimentación animal y únicamente tras haber sido evaluada favorablemente por un comité de ética y haber obtenido un permiso específico para cada experimento, otorgado por las autoridades competentes de cada país.
La legislación europea (Directiva 2010/63/EU) y española (Real Decreto 53/2013 y Ley 6/2013) recoge los principios para preservar el bienestar animal que conocemos como las tres erres: reemplazar, reducir y refinar. Esto implica lo siguiente:
- solamente se podrán usar animales en experimentación cuando no existan métodos alternativos para un determinado experimento;
- se debe emplear el menor número posible de animales que permita obtener resultados concluyentes;
- y se deben usar siempre los métodos de cuidado y experimentación más optimizados y avanzados que reduzcan el sufrimiento y dolor a los animales.
Tanto la legislación europea como la española recogen en su exposición de motivos que el objetivo último de estas normas es terminar con la experimentación animal. Pero añaden, de forma muy clara, “cuando sea científicamente posible”. Y todavía no lo es.
Los animales de laboratorio siguen siendo indispensables
Los animales de laboratorio siguen siendo indispensables y su uso está reglamentado, por ejemplo, en los estudios de toxicidad de las sustancias y fármacos que consumimos o con los que estamos en contacto los seres humanos, animales y medio ambiente, en la validación de candidatos vacunales, en el desarrollo de terapias génicas y en la investigación básica de los procesos que nos permiten estudiar el funcionamiento de nuestro cuerpo en la salud y en la enfermedad.
Los acuerdos por la transparencia en experimentación animal persiguen trasladar a la sociedad, en términos asequibles a todo el mundo, todo el trabajo que se realiza con animales en investigación biomédica y su relevancia para la salud humana y animal.
Actualmente, ya son diez los países que cuentan con acuerdos de este tipo. Por orden de aparición los países con acuerdos de transparencia en experimentación animal son Reino Unido, España, Portugal, Bélgica, Francia, Alemania, Países Bajos, Nueva Zelanda, Suiza y Australia. En total, son más de 500 las entidades adheridas a estos acuerdos, siendo una de cada tres española, al ser el acuerdo español el que reúne a un mayor número de ellas.
Hablar con claridad e informar anualmente sobre los avances
Este año, los autores de este artículo hemos presentado el sexto informe del acuerdo COSCE por la transparencia en experimentación animal, que ha sido auditado por EARA y que puede consultarse, junto con las numerosas actividades realizadas en favor de la transparencia, en la página web de la COSCE.
En estos acuerdos de transparencia las entidades adheridas se comprometen, voluntariamente, a cumplir cuatro compromisos:
- Hablar con claridad sobre cuándo, cómo y por qué se usan animales en investigación.
- Proporcionar información adecuada a los medios de comunicación y al público en general sobre las condiciones en las que se realiza la investigación que requiere el uso de modelos animales y los resultados que de ella se obtienen.
- Promover iniciativas que generen un mayor conocimiento y comprensión en la sociedad sobre el uso de animales en investigación científica.
- Informar anualmente sobre el progreso y compartir experiencias.
En algún momento la experimentación animal dejará de ser indispensable porque habremos descubierto o desarrollado un conjunto de métodos alternativos y estrategias diversas que permitirán evitar el uso de animales en la investigación biomédica. Y entonces las personas que nos dedicamos a la investigación seremos los primeros en celebrarlo.
Pero mientras no llegue ese momento, tenemos la obligación moral de continuar investigando con la gran ayuda de los modelos animales. Para encontrar curas o tratamientos a todas las enfermedades que nos afectan a nosotros y al resto de animales. Para desarrollar vacunas que puedan hacer frente a epidemias y pandemias. Para evitar que el consumo o interacción con determinados productos pueda producirnos algún daño.
Y todo ello debemos explicarlo con todo detalle a la sociedad, con rigor, de forma comprensible y con transparencia.