El hongo 'zombi' que provoca el caos en la sociedad de la serie televisiva 'The Last of Us' existe en realidad, pero ni es zombi ni afecta al ser humano. Aunque es capaz de controlar a ciertos insectos liberando toxinas que distorsionan sus sentidos, la humanidad puede por el momento respirar tranquila, al menos, en lo que respecta al Cordyceps (el parásito protagonista de la ficción apocalíptica de HBO).
Cienciaficcionados arrancó ayer en el restaurante El Astronauta su XII edición analizando el fenómeno 'The Last of Us' desde dos ópticas diferentes: mientras que la investigadora Melani Mariscal abordó la cuestión fúngica, Jesús Blanco, experto en crítica literaria y pensamiento político, analizó la narrativa de la serie, que indaga, quizás mejor que cualquier otra del género, en las complejas relaciones humanas y dilemas morales que presenta el apocalipsis.
De entrada, y para aquellas personas más preocupadas por el asunto micológico, ambos ponentes dejaron claro que la supuesta base científica de que la parte este producto audiovisual es un recurso narrativo más, un envoltorio que trata de dar verosimilitud, pero que está lejos de ser veraz. En definitiva, que la ciencia no estropee una buena historia.
Cuestión aparte, explicó la investigadora, es que la patogenia fúngica no deba preocupar a la comunidad científica, especialmente en pacientes inmunodeprimidos o en un escenario en el que "el calentamiento global podría ayudar a los hongos a adaptarse mejor a la temperatura del cuerpo humano".
Sobre el manido recurso de la distopia apocalíptica en el ámbito de la ciencia-ficción habló el investigador Jesús Blanco. "El neoliberalismo transmite la idea de que no hay más alternativas posibles y en esa atmósfera es muy difícil crear una sociedad distinta", subrayó el profesor. "Cuando el mundo se acaba, hay más opciones para imaginar, por eso, la mayor la mayor parte de las ficciones distópicas son apocalípticas", concluyó.
Aunque no es la primera vez que en Cienciaficcionados se habló de la distopía en sus once años de vida, sí fue la de ayer la primera edición en la que se analizó una obra de ficción fuera del ámbito de la literatura, un cambio que, por cierto, también alimentó el debate. Tal y como apuntaron algunas de las personas asistentes, los nuevos formatos, con su lenguaje propio, han llegado para quedarse y quizás, especialmente en la población juvenil, estén desplazando a las formas de narración tradicionales. ¿Transmite más valores un libro que un videojuego? ¿Es positivo para la sociedad que el producto audiovisual gane terreno a la lectura? ¿Es más importante el medio que el mensaje? Quizás, aún sea demasiado pronto para responder a estas preguntas.
Cienciaficcionados, que cuenta este año con la colaboración de la Biblioteca Provincial de Córdoba, es una acción contemplada dentro del X Plan Anual de Divulgación Científica de la Universidad de Córdoba, diseñado por su Unidad de Cultura Científica y de la Innovación, aprobado por Consejo de Gobierno y cofinanciado por la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT) del Ministerio de Ciencia e Innovación.