Hay otra pandemia que convive con los seres humanos desde hace tiempo y para la que aún no se han encontrado medidas eficaces para prevenirla: la violencia. Esta se manifiesta de múltiples formas en distintos ámbitos de la vida y sigue teniendo graves consecuencias para la sociedad, la economía, la salud de las personas y las relaciones. El inicio de comportamientos violentos puede ser visible desde la infancia y la adolescencia por lo que estudiar qué aspectos motivan el desarrollo de estas conductas y cuáles los frenan, se vuelve un paso indispensable para su prevención.
La Universidad de Córdoba y la Universidad de Cambridge colaboran desde hace mucho para investigar aspectos relacionados con la violencia y así ayudar a disminuir los riesgos y prevenirla. En su última investigación, han estudiado posibles factores de riesgo y protección para la violencia y han comprobado de este modo si pronostican comportamientos violentos meses o incluso años antes de que se desarrollen.
Concretamente, el estudio se ha centrado en conocer si la moralidad, la victimización, la empatía y las competencias sociales y emocionales predicen la expresión de diversas conductas violentas en niños y adolescentes en diferentes contextos, incluyendo la escuela y el entorno familiar. "Estas conductas se refieren, por ejemplo, a conductas problemáticas en casa, incluyendo violencia física contra los padres, hermanos y hermanas; en la escuela, incluyendo violencia física contra el profesorado y compañeros; y otros entornos, incluyendo mala conducta en público", explica Raquel Espejo Siles, alumna de doctorado de la Universidad de Córdoba que ha realizado esta investigación durante su estancia en el Instituto de Criminología de la Universidad de Cambridge gracias a una de las becas ELMER de la Diputación de Córdoba.
Raquel Espejo ha trabajado junto a Izabela Zych, profesora del Departamento de Psicología de la Universidad de Córdoba y parte del grupo de investigación LAECOVI - Laboratorio de Estudios sobre Convivencia y Prevención de la Violencia en cuya línea de investigación se enmarca este estudio. El estudio también ha contado con la participación de David P. Farrington, catedrático de criminología de la Universidad de Cambridge, y Vicente J. Llorent, profesor del Departamento de Educación de la Universidad de Córdoba.
En la investigación han intervenido 871 estudiantes de diferentes centros educativos de Andalucía de entre 10 y 17 años, a los que se le han realizado dos cuestionarios, uno en junio de 2017 y otro en junio de 2018.
De los resultados se han derivado conclusiones interesantes. "Encontramos que la violencia empleada directamente hacia las personas se relacionaba con la tendencia a tomar decisiones impulsivas y con una motivación ciega para lograr los propios objetivos, sin pensar en las desventajas o consecuencias negativas del uso de la violencia", revela Raquel Espejo.
También se detectó que ser víctima de acoso escolar era un factor de riesgo para desarrollar conductas violentas en casa hacia la familia y en el colegio. Se evidenció asimismo que aquellas personas que eran violentas en público o en clase, tenían puntuaciones más alta en desconexión moral, lo que significa que solían buscar excusas para que estos actos parecieran menos graves de lo que en realidad eran.
En la escuela se verifica que puntuaciones altas en competencias socioemocionales como la conciencia social, la autogestión, la motivación y la toma de decisiones son factores de protección contra la violencia. Estos resultados respaldan, por tanto, las iniciativas preventivas basadas en el potencial de la educación en el ámbito social y emocional tanto en casa como en la escuela.
Los datos muestran que la reducción de la victimización en el ámbito escolar podría ser eficaz para disminuir la violencia en diferentes contextos en el futuro. "Es importante la prevención de la violencia, tanto de la victimización como de la agresión, ya que los datos encontrados en esta y otras investigaciones indican que la violencia es un círculo vicioso; ser agresor o víctima conlleva un alto riesgo de desarrollar el rol inverso, consolidando y aumentando la violencia dentro y fuera de la escuela", señala Raquel Espejo.
Según refleja esta investigación, capacitar a los adolescentes para que revalúen sus metas y las consecuencias de su comportamiento violento podría tener un impacto en la disminución de la violencia más adelante. Además, enseñar diferentes estrategias para resolver los problemas de forma diferente podrían ayudarlos a comparar y hacerles ver el alto coste individual y social que tienen los comportamientos violentos.
Este estudio forma parte del proyecto "E-inteligencia: riesgos y oportunidades de las competencias emocionales expresadas en la red" (PSI-2015-64114-R) del Plan Nacional I+D+I, subvencionado por el Ministerio de Economía y Competitividad. Con el objetivo de tener más conocimiento sobre la realidad de la violencia en la infancia y la adolescencia, el equipo continúa investigando sobre las conductas violentas en contextos cara a cara y en la red. Por un lado, han estudiado los factores que pueden frenar o acrecentar el ciberodio en un estudio financiado por el Centro de Estudios Andaluces. Por otro, continúan trabajando en la misma línea investigando la relación entre el bullying y el consumo de drogas en un estudio financiado por el Ministerio de Sanidad.
Raquel Espejo-Siles, Izabela Zych, David P. Farrington, Vicente J. Llorent. Moral disengagement, victimization, empathy, social and emotional competencies as predictors of violence in children and adolescents. Children and Youth Services Review. Doi: https://doi.org/10.1016/j.childyouth.2020.105337