Si algo caracteriza Snow Crash, la novela que Neal Stephenson publicó en 1992 y en la que creó el Metaverso, es la capacidad de poner sobre la mesa conceptos e ideas que hoy, 32 años después de publicarse el libro, parecen muy actuales, verosímiles y hasta reales, como la idea de conectarse al ciberespacio a través de la fibra óptica o el usar visores virtuales para acceder a ese mundo virtual. Unas ideas que marcaron la última sesión de Cienciaficcionados, el club de lectura de libros de ciencia ficción organizado por la Unidad de Cultura Científica y de la innovación de la Universidad de Córdoba que despidió ayer su última temporada.
Lo hizo de la mano de Amelia Zafra, investigadora del Departamento de Informática y Análisis Numérico de la UCO y experta en aprendizaje automático y minería de datos quien destacó cómo Snow Crash había sido capaz de vaticinar ciertos aspectos del metaverso ya que, en su opinión, el autor “sabía de lo que estaba escribiendo”. “A ese nivel de inmersión no hemos llegado, pero sí a niveles más reducidos. Hay pequeños metaversos, sobre todo a nivel de videojuegos”, añadió Zafra defendiendo que en un futuro pueda llegar a existir una realidad virtual como la de la novela.
La tertulia fue también una oportunidad para hablar sobre cuestiones relacionadas con Internet y el uso de las tecnologías de la información. Temas como el uso que se hacen de los datos en Internet, la brecha digital, la paradoja de la soledad en una sociedad hiperconectada, la vigilancia constante, el coste ambiental que supone trabajar con tanta cantidad de datos o el papel que juegan las grandes empresas tecnológicas marcaron el coloquio con una idea central: lo importante no son las tecnologías y la Inteligencia Artificial en sí, sino el uso que se hacen de ellas. Como explicó la investigadora, “a veces nos encontramos con un uso no adecuado o incluso perverso de los datos y de la información, por ejemplo, con la IA generativa. La clave está en centrarse en que los algoritmos sean transparentes y justos y parece que Europa está comprometida con eso” creando una normativa para regular su uso. Es ese uso lo que evitará, por ejemplo, los sesgos de género, porque la IA se basa en los datos con los que se ha entrenado y la información con la que aprende. “Lo importante es que la información sea de calidad, dijo Zafra.
En este sentido, la novela Snow Crash muestra el lado bueno de los hackers. Su protagonista, Hiro, decide hacer un buen uso del Metaverso y de la información para poner fin a la difusión de ese virus que da nombre a la novela y que afecta tanto en el mundo virtual (dejando colgado a los avatares) como en el real (afectando al lenguaje y limitando el comportamiento de las personas). Para Amelia, Hiro es un hacker ético “ya que intenta usar todos sus conocimientos de seguridad e informática para solventar el problema. No es el malicioso, el contrapuesto que usa esa información para apoderarse de la conciencia de todas las personas”, sostuvo.
Cienciaficcionados, que ha contado este año con la colaboración de la Biblioteca Provincial de Córdoba, es una acción contemplada dentro del X Plan Anual de Divulgación Científica de la Universidad de Córdoba, diseñado por su Unidad de Cultura Científica y de la Innovación, aprobado por Consejo de Gobierno y cofinanciado por la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT) del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades. Este año, además de la novela Snow Crash, también se han incluido la novela Matriarcadia, el podcast La Firma de Dios y la serie The Last of Us. Cienciaficcionados volverá el año que viene. Las personas interesadas que así lo deseen pueden proponer nuevas novelas para la edición de 2025.