Edgar Montiel (izquierda) y Raúl Fornet
Murió la misma semana que Miguel de Cervantes y William Shakespeare. Como ellos, dedicó buena parte de su vida a escribir, alcanzando sus obras una proyección internacional, aunque a diferencia de ellos, Gómez Suárez de Figueroa nació al otro lado del Atlántico y por sus venas corría algo más que sangre europea. Hijo del conquistador Garcilaso de la Vega y de la princesa inca Isabel Chimpu Ocllo, supo unir ambas tradiciones en su pensamiento, lo que le llevó a convertirse en un mito de la interculturalidad y el mestizaje.
Desde que adoptó el nombre de Garcilaso Inca de la Vega, su obra permitió llevar a Europa una visión diferente hecha desde el Nuevo Mundo. Sus “Comentarios reales de los incas”, publicado en Lisboa en 1609, enseñaron a la vieja Europa que había otras posibles organizaciones sociales y que no tenían el monopolio del pensamiento. Así lo entendieron pensadores como John Locke y Montesquieu en pleno cambio del Antiguo al Nuevo Régimen y en el siglo XVIII Voltaire y Diderot, que no dudaron en acudir a la obra del Inca para construir sus propuestas. Ese reconocimiento de la obra del escritor mestizo ofreció una prueba irrefutable de independencia de pensamiento para quienes reivindicaron la emancipación de las colonias americanas en el siglo XIX.
La vigencia de su obra, que ha sobrevivido 400 años siendo citada en numerosas teorizaciones desde el socialismo utópico hasta la filosofía de la interculturalidad nacida tras la globalización, es analizada estos días en la Universidad de Córdoba dentro del Simposium Internacional ‘El Inca Garcilaso y su Proyección en la Interculturalidad de Hoy” al que asisten, entre otros, los profesores honorarios de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos de Lima Raúl Fornet, filósofo y catedrático de la Universidad de Aachen (Alemania), y Edgar Montiel, doctor en economía y filosofía y antiguo responsable de políticas culturales de la Unesco. Dos grandes conocedores de la obra del Inca convencidos que su vigencia y universalidad tienen que ver con la esencialidad de su pensamiento, es decir, con el hecho de haber planteado preguntas y ofrecido respuestas a asuntos que han preocupado en la misma medida al ser humano en los últimos 400 años.
En este sentido, Montiel insiste en que “cada comunidad, cada lengua y cada tiempo en los últimos cuatro siglos ha tenido su lectura del Inca y lo más relevante es que tiene la capacidad modular de adaptarse” y cita como uno de los mejores ejemplo el uso que los revolucionarios franceses hicieron de sus obras sobre el “gobierno con dulzura” de los incas para rechazar el absolutismo borbónico.
La supervivencia de la obra del Inca a lo largo de los últimos 400 años tiene que ver, en opinión de Fornet con el universalismo del humanismo americano, que “a diferencia de del europeo no es excluyente”. En esta línea, Montiel insiste en que en América, como para el Inca, “la pureza de sangre no es un problema. Muchos somos mestizos y no tenemos ningún problema para entender y aceptar otras culturas”.
Simposium internacional
El encuentro organizado por la Cátedra Intercultural de la Universidad de Córdoba, en colaboración con el Ayuntamiento, la Diputación y la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, ha sido inaugurado esta mañana por la vicerrectora de Vida Universitaria y Responsabilidad Social, Rosario Mérida, con la presencia de María del Mar Téllez Guerrero, teniente de alcalde del Ayuntamiento de Córdoba; Ana María Guijarro Carmona, diputada delegada de Igualdad y Cooperación al Desarrollo de la Diputación de Córdoba; y Mercedes Osuna Rodríguez, directora de la Cátedra Intercultural Córdoba Ciudad de Encuentro. A la cita, iniciada con una conferencia de la Universidad de Puerto Rico Mercedes López Baralt, ha acudido medio centenar de expertos en obra del Inca procedentes de diferentes Universidades europeas y americanas.